El aprendizaje se definía
cotidianamente como la acción de apropiarse del conocimiento. Esta definición
ha variado según el contexto histórico porque se ha descubierto que la
acumulación de conocimientos se extingue. El conocimiento caduca si no puede
ser transferido, si no es significativo. En la actualidad el aprender se basa
no sólo en poseer conocimientos, sino también habilidades y desarrollar
actitudes. La experiencia y no sólo lo abstraído de un texto forman parte del
saber humano. Tanto es así, que ahora se habla de aprender a aprender, aprender
a hacer, aprender a convivir y aprender a ser.
Otros especialistas dicen que hay que sumar dos aprendizajes más. El
primero dice que hay que aprender a transformarse a sí mismo y transformar a
los otros (Carrillo, comunicación personal). El segundo aprender a tener
(Hernández, comunicación personal). Estos seis pilares del aprendizaje
pretenden estructurar en forma sólida un proyecto personal, único e
irrepetible. Un proyecto de y para la vida que logre la meta fundamental de la
educación: Seres humanos que logren un desarrollo armónico e integral de sus
facultades y por lo tanto sean felices. Por supuesto este ser humano está
formado de dimensiones y se conforma de
diversos factores. Tanto dimensiones como factores lo posibilitan o interfieren
en el. La educación preescolar como nivel inicial de intervención educativa
también las posee. Deberá preguntarse entonces ¿Cuáles son estas dimensiones y
que factores inciden en la práctica del aprendizaje del preescolar?
Dimensiones
del aprendizaje.
Pain(1993), da a conocer tres dimensiones del proceso de
aprendizaje: biológica, cognitiva y social. Estas dimensiones adaptadas al
contexto preescolar observan lo siguiente:
-En la dimensión biológica,
los preescolares son sujetos con muchas necesidades: Alimentación, descanso, movimiento,
y cenestesia. Estas necesidades corporales se aúnan al crecimiento cerebral y
su maduración neuronal. Un niño que llega al aula sin haber desayunado se
muestra desganado ante los estímulos que se le presentan. Lo mismo pasa con el
sueño, las necesidades cenestésicas y en especial con el movimiento. Las
actividades que se propongan deberán ir acompañadas del juego tanto físico como
intelectual que propician el desarrollo y maduración neuronal.
-La dimensión cognitiva,
requiere de las experiencias concretas de los niños. Ellos aprenden a través
del ensayo-error, del descubrimiento o manipulación. Construyen conductas
nuevas y se van adaptando a situaciones que desconocen. También aprenden de las leyes que rigen la transformación de
los objetos, reflexionan sobre las causas, comprueban hipótesis resultado de la
experimentación con objetos. Aunque Piaget los sitúa en el estadio de la
concreción o pre operación, la neurociencia está demostrando lo contrario. El
procesamiento de lo que se aprende es más accesible a los niños pequeños,
quienes interpretan con mayor rapidez los conceptos. Todo depende de las
estrategias de enseñanza y del reto que les representen. Concurren a la escuela niños con conocimientos
previos adquiridos en la familia y la comunidad. Su aprendizaje más
estructurado y su lógica de pensamiento los vuelve cuestionadores constantes sobre
procesos que pareciera no comprenden. De esta forma, logran organizar y
equilibrar sus construcciones.
-En la dimensión
social, se observa que los preescolares
de comunidades multiculturales tienen costumbres propias. Sus ideologías son
diferentes pero permiten enriquecer el proceso educativo. Los conocimientos que
adquieren en su experiencia con el mundo son determinantes. De ahí que García y
Martín (2009) den importancia a la narrativa, la ciencia y la tecnología; y a
la aplicación del método científico en la práctica.
Factores que intervienen en el aprendizaje.
Monereo y Coll (1999), presentan
dos: Los personales y los de tarea. En la educación preescolar se trabaja con
un campo formativo llamado Desarrollo Personal y Social. Este campo posee un
aspecto llamado Identidad personal, los aprendizajes esperados que plantea
desarrollan la percepción que tienen sobre sí mismos. Es así que el
autoconcepto, la autoestima y la autoeficacia forman parte de los contenidos a
estimular mediante juegos y actividades. Un ambiente de confianza, aceptación y
de lenguaje asertivo conforman un factor motivante al aprendizaje.
Los factores de tarea del
nivel, se observan en el Programa cuyos aprendizajes esperados constituyen los
objetivos. Las habilidades cognitivas están contenidas en las formas de trabajo
docente, el tipo de conocimiento en el desarrollo de competencias y la
familiaridad en partir de sus
conocimientos previos a nuevos aprendizajes.
Conclusiones.
El aprendizaje inicia desde
antes de nacer y culmina al morir. Para los educadores es necesario saber cómo
aprenden los niños para:
“promover
su disposición y capacidades para aprender; el desarrollo de sus habilidades
superiores del pensamiento para resolver problemas; su comprensión y búsqueda
de explicaciones de situaciones desde diferentes áreas del saber; el manejo de
información, la innovación y creación en distintos ámbitos de la vida”
(Secretaría de Educación Pública, 2011, p. 127).
Las dimensiones de
aprendizaje implican reconocer que el ser humano es multifacético. No es sólo
cuerpo (biológica) sino mente (cognitiva) y emociones (social) integradas. En
la actualidad se exige que los niños
desarrollen capacidades para aprender, habilidades y actitudes que le ayuden a
incorporarse a la dinámica contemporánea de la sociedad. Estas herramientas les
permitirán continuar su aprendizaje en forma sólida y permanente.
Los factores tanto
personales como de tarea corresponden al quehacer docente. Los educadores
habrán de transformar su práctica haciendo una reforma continua.
“La reforma implica movilizar y fortalecer los
recursos personales y profesionales de los docentes para lograr los cambios en
la educación actual, si intentáramos responder de manera positiva a todas las
reflexiones, se llegaría a la conclusión de que se trata de retos permanentes
en la formación docente” (SEP, 2011, p. 16).
Recordar siempre que, “Un profesor trabaja para la eternidad: nadie
puede predecir dónde acabará su influencia” (Adams, citado en SEP, 2011, p. 15).
Bibliografía
García,
J. y Martín, A. (2009). El método científico en la investigación educativa. En
Investigación y formación. (pp. 29-44). Vol. 1. Manual de grado.
Secretaría
de educación Pública, (2011). Programa
de estudio 2011. Guía para la Educadora. Educación Básica. Preescolar. pp.
240. México: SEP.
Secretaria de Educación Pública, (2011). Curso
Básico de Formación Continua para Maestros en Servicio 2011: Relevancia de la
profesión docente en la escuela del nuevo milenio”. Pp 67- 68. México: SEP.
Paín, S. (1993). Análisis del aprendizaje. En Antología
Teorías del aprendizaje. (pp. 84-89). México: UPN.
Monereo, C. y
Coll. (1999). Análisis de los factores que intervienen en la
enseñanza-aprendizaje de estrategias en el aula. En Estrategias de enseñanza y
aprendizaje. (pp. 4-19). Barcelona: Edit. Graó.